En
mi mente regresan una a una las palabras de nuestro apasionado encuentro.
Esa
mañana fresca de julio. El aire me abrazaba con su aroma, tus
caricias inundaban de amor y ternura mi alma. Mientras nos besábamos, se
detuvo el tiempo en un instante. Tu cuerpo era mi destino. Pude percibir el
sonido de la paz junto a tu sonrisa.
Quisiera
tener de nuevo una de tus miradas, para enterrarla en mis recuerdos, para
vibrar junto a tus ojos, para sentir que aún me amas.
Pero
aquí me toca estar hoy, absorbiendo el dolor de esta distancia. Sólo
quiero que sepas que no te olvido.
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